martes, 12 de octubre de 2010

Lo Invisible

Para quienes pasan por encima de la realidad, para quienes les gusta las apariencias y se sienten seguros con ellas por que lo tienen delante de sus ojos, son incapaces de darse cuenta de lo esencial de la vida, de lo real.

El mal siempre busca pasar desapercibido, siempre busca ocultarse entre las sombras para no ser notado y así poder actuar. Esas sombras pueden ser también lo aparente, espejismos para quien se fía de sus ojos. Es así que el hombre tonto, víctima de las tentaciones del maligno y por su propio pecado cae redondo y directo en cualquier vicio. En cambio, el bien que viene de Dios pasa como una brisa suave, es invisible ante nuestros ojos torpes, se presenta en el silencio, a veces lo sentimos ligeramente, lo percibimos con algunos sentidos lejanamente, como que algo luminosos pasara por debajo de nuestra barca en el mar en pleno día. Hay pues un cierto esfuerzo que hacer para ser concientes de esta realidad. El Señor Jesús nos enseña que el reino de los cielos es como un grano de mostaza, pequeño en apariencia, pero al crecer es el árbol más grande de todos. El Señor se manifiesta con mucha frecuencia y de manera muy explícita en lo sencillo y pequeño en aquello que pasa desapercibido ante el ojo del superficial. Y es que para ver necesitamos tener los ojos limpios, ya se nos fue dicho... dichosos los limpios de corazón por que ellos verán a Dios.

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